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miércoles, 23 de julio de 2014

En su día internacional


La tragicomedia del Teatro

Como todas las nobles artes del mundo a las que la industria no les proporciona apoyo, la subsistencia y continuidad del teatro depende de sí mismo, de sus propios nervios. El teatro como arte sublime asegura su fortaleza en el ánimo férreo de unos cuantos, empecinados en darle vida continua por el resto del tiempo.


Es el género literario exclamativo por excelencia. Arte grupal, donde participan varias personas aportando diferentes quehaceres, desde los creadores intelectuales hasta los actores, el director, los coreógrafos; los encargados de plasmar en la realidad las cavilaciones o abstracciones del autor.
El teatro, como género literario (que para algunos ya se desligó de la literatura) no es simplemente un suceso programado con antelación para provocar entretenimiento, la distracción inmoderada del público expectante. El verdadero teatro busca la reflexión, es una profunda llamada de atención a la conciencia, en muchos casos dirigido a crearla desde sus raíces.
En la mayoría de países el teatro lentamente agoniza, pues como el gran público no gusta exigirse en pensamientos y honduras mentales, no hay cómo hacer para conquistar los favores económicos necesarios para subsistir. La taquilla personifica la más severa y afilada guillotina. Suele llamarse teatro no comercial a las obras que pretenden explotar arte, antes de las que buscan ser negocios rentables so pretexto del entretenimiento.
Mas su valor particular va más allá de todas las consideraciones de segundo orden. En contraposición de los medios de comunicación masiva, que latentemente plantean el letargo de los espectadores, el teatro de factura compite con los monstruos del entretenimiento. Lamentablemente pierde la batalla. El drama que vive este arte hace que en cuidados intensivos descanse su propio futuro... sin embargo es seguro que eternamente estará ahí, resistiendo gracias a la labor de pocos altruistas que aún creen en la cultura de la gente.
Aparte de cualquier sentimiento pernicioso, en el día internacional del teatro, la celebración debe ser completa, pausada y reflexiva.


LA COMEDIA

Aunque no la más antigua (ni la primera al momento de las enumeraciones) la comedia es un importante segmento del género dramático, la más utilizada por antonomasia. Nadie es ajeno a ella, todos la han vivido, gozado y padecido de continuo. Para vivirla es necesario solamente un escenario de proscenio, para separar notoriamente al público de la ficción. En muchas comedias el director entra en escena, para fomentar de antemano el mensaje de improvisación. Para comprender a cabalidad la comedia podemos imaginar al director en las vestimentas de juez letrado del Estado, en pleno proceso penal con un, supongamos, ex perseguido político, o, mejor, ex agente de inteligencia nacional, pérfido y maligno, que hechizó con potentes y malsanos artilugios (la mayoría de estos ilegales) a las inocentes tropas de aparato gubernamental y nacional.
Como vemos la comedia se caracteriza por utilizar personajes vulgares, extremadamente cotidianos. Las coreografías son utilizadas de preferencia, pero no son imprescindibles. Los casos para llevar la comedia a cabo pueden multiplicarse infinidad de veces, consiguiendo fácilmente bufones (mejor si son féminas) para las escenas de celos y amor desengañado, que siempre causarán los efectos deseados en la audiencia. Y las comedias de este tipo no se gastan rápido, es factible repetirlas día y noche con ligeras innovaciones (ora un insulto, ora un desmayo del personaje principal), innovaciones con las que se seguirá estimulando al público. No tiene pierde.


EL ABSURDO

El teatro del absurdo empezó en el siglo XX, como despliegue de vanguardia. En él no predomina la asfixiante razón. Los sucesos obedecen a nobles, alturados y profundos pensamientos que a veces ni los propios personajes entienden. Veamos por ejemplo a un desventurado presidente de un país tercermundista, demandando airadamente ciertos puntos impostergables a una poderosa sociedad extranjera. Él sabe, al mismo tiempo de su protesta, que en la vida va a lograr la cristalización de siquiera alguna de sus exigencias, pero igual las dirige.
En jerga teatral para esta clase de obras se requiere un escenario de corbata, donde el público rodea por varias partes el desarrollo de las actuaciones. En el teatro del absurdo las cosas no escoltan a la lógica. Podemos remitirnos al ejemplo anterior para verificar lo expuesto. El personaje principal descarga sus diatribas para que sectores desorientados crean que los está defendiendo, cuando sus intereses íntimos son, si es que los tiene y los entiende, alimentar su popularidad o al menos no desvencijarla del todo.


LA TRAGEDIA

Fue el primer género utilizado por los griegos. Los personajes son grandes atormentados, seres enhiestos, tiesos y derechos que no se encuentran todos los días así por así. Generalmente son míticos, semidioses bajados del cielo: leyendas andantes. Sus atribulaciones atacan hondos problemas de la existencia. Pocos son los capaces de resolver conflictos de tales envergaduras. Por ejemplo el emperador bondadoso y justo que dirige una batalla contra infames y peligrosos fanáticos. Fiel a su labor mesiánica el mundo será salvado finalmente gracias a su inigualable desempeño. Esta es la tragedia en su mayor grado.
Pero como en toda obra, antes del desenlace hay antecedentes, motivos y aspiraciones, al vengador del futuro no le faltará fraguar ciertos datos, esquivar algunas leyes —para enriquecer la obra, el héroe adquiere matices— y en vez de combatir al peligro del terror, se enfrenta a un antiguo conocido familiar (venganza hamletiana). Y como guerrero, su recompensa posiblemente sea consumada: millones de galones de un codiciado oro negro...
El mundo es, en general, un teatro de innumerables representaciones.
Telón.

Marzo, 2003.


lunes, 14 de julio de 2014

El Quijote en Lonquilandia

Si leer nos hace mejores, ¿por qué en Arequipa predomina la inquebrantable ley que arrincona el valor de la lectura y desdice su prestigio? La literatura y los escolares viven en permanente disputa, alimentando relaciones de indiferencia acérrima o declarado desdén. A continuación, un acercamiento a los «figurados» hábitos de lectura, envuelto en la acalorada visión de un excéntrico personaje.


En las faldas de tres peculiares y dispares volcanes, a guisa de cuesta descansa, crece y ruge una ciudad, construida con diáfanas rocas extraídas de canteras. Dizque en ella, los párvulos se instruyen reflexivamente en las artes del pensamiento. No hay pergamino escrito, por añejo que fuere, que no sea del familiar conocimiento de todos sus pequeños lugareños.
¿No creéis Sancho que los hábitos de lectura, sobre todo en los mozuelos de esta villa, se hallan tan desarrollados como las fastuosas potrancas de Rocinante? ¡No, hombre!, no me refiero a las vestimentas, desorientado compañero, sino al placer reconfortante que ofrece la fantasía al recorrer las travesías de los heraldos, las hazañas de los héroes y la continua lucha por la búsqueda de la libertad. Ruégote prestar atención a mis lamentos.
Las juventudes que renuevan los laureles del ayer, imposible se estén marchitando. La flor y nata de la cultura florece como los campos fértiles en primavera, hay para rato. Los recién nacidos ya leen, se encaminan casi por sí solos a inmensas casas de recreación e instrucción, llamados colegios. Ahí su naturaleza los encamina por la disciplina sin necesidad que otros se los indiquen a cada nada.
En lo antiguo, pocos gozaban la suerte de ser educados, Sancho. Ahora que todos tienen facilidades a diestra y siniestra, apurados y contentos se dirigen a sus centros, a gozar y moldear la literatura nuestra de cada día. Fíjate montarás, qué dichosos y sonrientes leen en las zonas verdes, extendidas por toda la campiña, en derredor del representativo río de esta comarca. ¿Qué, Sancho? ¿No ves la extrema calma con la que atacan sus textos? Cuánta parsimonia y quietud descansa en sus rostros concentrados; al leer, casi ni se nota que intentan escapar de los copiosos mosquitos que por la gran viña pululan. En los costados de este camino se han asentado tantos ilustres colegios, ¡justamente para probar el nivel de concentración que pudieren alcanzar! Eso se llama previsión.
Los libros de texto, obligatorios para estudiar la literatura universal, latinoamericana o peruana, baratísimos se encuentran en las librerías. Brindando sus páginas abiertas a los mejores postores, ofrecen profundas y amplias visiones de todos los autores escritos del planeta entero y a lo largo de toda la historia. Además estos comparten el escenario con libros de verdad, escritos por sus propios autores. Suficiente con un par cada seis meses; tal es la media. Aquí leen más que en mi natal España, ¿será por el influjo del sillar, los volcanes o los periódicos temblores?
Sancho, los jóvenes leen nuestras vivencias en fragmentos. Qué felicidad embarga mis entrañas. Contemplad nuestras apariencias y figuras entonces, amables lectores; en el capítulo tantos tantos de nuestra aventura al pobre de Sancho sólo se le describe la cabeza. Por eso la confusión de estos y aquellos, al creer que mi compañero está hecho a medias. Oh, por tal ¡cuánta riqueza y variedad! La gente vive distintas y mejores historias, a su modo de leer, partir y departir, compartir y combatir.
Aunque son las que menos escriben, las señoritas leen más que los muchachos. Los poemas y pequeñas narraciones son las vías literarias por donde los jóvenes expresan sus sentimientos, (dolores y caídas generalmente, pues a sus estados de alegría no los acompaña la reflexión). Y figúrate, atolondrado amigo, lo difícil que es entrevistarse con alguna zagala. Como ellas son las que siempre leen, devoran los libros casi literalmente; sólo deben aderezarlos un poco, y ya está. Asombrarte sería una nadería al verlas ávidas por culminar la lectura depositada accidentalmente en los troncos de empinados árboles. Su voraz apetito me recuerda, no sé por qué, la belleza de la tierna Dulcinea. Qué misteriosa relación habrá entre éstas. Y más difícil es hallar a las maestras, ellas siempre estarán ocupadísimas leyendo hasta antes del fin.
La televisión, el avance tecnológico, Internet y los juegos de video, influyen en sus preferencias al momento de acercarse a un libro. Lo que sea, con tal de tener un libro entre las manos. Las opciones funestas hasta por los padres bienvenidas son. ¿Cuáles serán los motivos que más los atraen? ¿Alguien controla sus lecturas, cuando estas se dan? La mayoría de los mozuelos muestran, evidentemente, predilección por el golpe. No me interpretes mal Sancho, me refiero a la violencia de la tecnología actual. Se trata de buscarle algún relevo para el diablo o cosas así, siendo valiente y temerario, luchando contra el roñoso carcelario, que atosiga a todos los fanáticos lectores de la fantasía. Pues las aventuras son las más favoritas, ve Sancho ¡con qué gozo consumen nuestras gestas! La acción en nuestros textos está al máximo, como a los escolares les gusta, cumplimos con los requerimientos de actualidad.
Zambullirse en la literatura es considerado hoy casi una extravagancia. Y no va a ser, si en ella no hay que hundirse. No. Simplemente hay que enlazarla lo justo hasta que nos abrace el cuello, hasta que nos envuelva suavemente y quedemos felices frente al libre albedrío de la soga. Los absurdos son cosa del medioevo. Rutas prácticas son el estudio, la lectura y las letras. Mucho mejor si estas están escritas, pues claro.
Y las escuelas brindan preparaciones integrales, para nada exigentes; todo es tan armónico como los salmos amorosos del juglar enamorado. La literatura en otros idiomas es el fuerte de muchas. Ok Sir, today I want to read more than yesterday. Es falso pensar que algún prejuicio socava sus mentes, ninguna nueva carrera los puede seducir pues su futuro es parte de la literatura... los Vargas Llosas que vendrán, listos y aliñados ya están estudiando su fructífera ingeniería; pues supieron escoger lo correcto. ¡Cosas veredes Sancho!
Sancho, hubiéremos visitado alguna ciudad menos ilustrada, para divertirnos más..., y no apesadumbrarnos con tanto intelectual paseando por los colegios. Callados y reflexivos, no provocan ningún holgorio, algazara o jaleo. Mejor volvamos como caballeros de afinada hidalguía a nuestra entrañable posada, a rescatar algunas damiselas de los gigantes astutos, que nos las quieren hurtar.

Marzo, 2003.