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viernes, 23 de mayo de 2014

Sesquicentenario de su nacimiento

Martí, entre letras y fervor

El poeta, político y mártir cubano, la figura más relevante y simbólica de la historia de su país, conmemora ciento cincuenta años de su natalicio. Personajes como José Martí libertaron países y a la par construyeron pilares literarios que aportaron a la humanidad alicientes de paz y belleza, a favor de la espiritualidad de todos aquellos que se les aproximan.


Uno puede dedicarse a lo que más le gusta. O puede desarrollar en este mundo lo que en realidad está destinado a hacer. Para la elección de las actividades que llevará a cabo en el transcurso de su vida —cuando se trata de gustos—, tiene gran influencia el talento. Darle con todas las fuerzas a lo mejor que uno hace por disposición natural, luego delinear caminos, fraguar estilos, y solidificar aquella vena interior hasta hacerla dócil e igualmente férrea.
Pero cuando alguien está destinado a otras actividades, más nobles y elevadas que las que su talento a simple vista decreta (actividades que engloban la paz y la felicidad de mucha gente), la consumación de aquellas faenas duplicarán cualquier motivo de elogio y reforzarán las palabras de entusiasmo y reconocimiento que sean posibles conducirles.
Ése es el caso del gran poeta, a la vez político y escritor, a la vez orador y leal conspirador por las causas de la independencia de su patria, que fue José Martí. Pues la confluencia de diversos caudales, valores y pasiones, albergados en un solo hombre —que reflejó en su corta pero profunda existencia la totalidad de sentimientos de un continente, como las ansias de libertad, dignidad, desarrollo y futuro—, demuestran rigurosamente la grandeza de un patriota e inigualable hombre de letras, como sólo José Martí puede ilustrar.


SU VIDA

Desde muy temprano aprovechó las enseñanzas del también poeta cubano, Rafael María Mendive, que con bastante visión supo encontrar en el joven e impetuoso Martí la tremenda capacidad de hilar versos y disponer flores de contemplación. Así que se encargó de fortalecer su espíritu, crearle un gran amor por las artes, la ciencia y las letras, y dejarle hondamente clavado en su interior la huella del ideal.
Por eso mismo buscó resultados ya, en pos de la liberación de su pueblo. Y en el camino fue deportado, castigado y luego desterrado. Después de todo, cuando vivía en España, gracias a su sanción, consiguió ampliar su cultura, licenciándose en Derecho y en Filosofía y Artes, ampliando así su campo de visión, luchando desde entonces con mayor convicción por la materialización de sus anhelos.
Es entonces cuando comienza a cimentarse su hálito de eterno viajero, peregrinando por toda América, conspirando cada vez con mayor decisión a favor de la liberación de su pueblo. Hombre de talante impetuoso, de pensamientos políticos fuertes y habla vigorosa, orador fértil y de lenguaje claro, Martí podía inducir a las multitudes más escépticas a tomar las lanzas de la insurgencia, a convencerse de la victoria por más inverosímil que parezca. Luego ejerció la docencia en varios países, se inspiró de diversas realidades existentes en el continente, para después, con su propia pluma, redactar los manifiestos teóricos de la revolución que se estaba gestando.
Se agrupa a otros revolucionarios, entre ellos Máximo Gómez, con el que redacta el Manifiesto de Montecristi, y con todo el apoyo de EE. UU. desembarca en su tierra natal con un ejército dispuesto a vencer a los españoles y a acabar con la dominación que de casi tres siglos su pueblo era presa. En la acción de Dos Ríos, con el ímpetu de una victoria en ascuas, en el descuido fue alcanzado por una certera bala que cegó su vida en plena madurez y en la posesión de todo su talento. Un poco de plomo acabó con la vida de un hombre rebelde, que nunca se subyugó frente al más fuerte, y que demostró impenitentemente la terquedad de todo hombre que combate por la cristalización de sus fines.
Sus tropas lo tomaron como símbolo de la revolución y lucharon con su nombre a la cabeza, fue la bandera, el eslogan a partir de entonces, convirtiéndose así en el caudillo más cimero en la historia de su país. Su pueblo pocos años después conseguiría, bajo la protección de su nombre, la emancipación del yugo español.


SU OBRA

Si se escribe diferente, se producen sensaciones diferentes. Sensaciones novedosas conducen a actitudes desacostumbradas. Con las innovaciones de Martí se planteó un nuevo modo de enfrentar la vida, entre lucha, ímpetu, insumisión y constante búsqueda de la independencia, del sueño que supo perseguir a mansalva día y noche, con tal de conquistarlo. Ahí está el valor incalculable de Martí, con su verso diáfano, encandiló multitudes.
José Martí fue antes que nada un poeta, un renovador poeta, de los más importantes que hubo hasta hoy en Latinoamérica. Pues su disertación literaria no se caracterizó por fortalecer sus opiniones políticas, por estar en paralelo con lo que el personaje cosmopolita sustentaba frente a los demás. Como él mismo decía: «El hombre debe mantener un compromiso con la historia, y la poesía debe ser una afirmación de dichos compromisos y no una alternativa a la lucha política».
Sus poemas reflejan una transición entre el romanticismo y el modernismo. En este caso se adelantó al movimiento que fuera concitado y provocado por Rubén Darío, el mismo que pregonaba una estrecha admiración por su obra, por poemas como este famosísimo, incluido en su libro Poemas Sencillos:

       Yo soy un hombre sincero
       De donde crece la palma,
       Y antes de morirme quiero
       Echar mis versos del alma.

Pues a Rubén Darío, que a parte de calificarlo como «escritor único» nos dijo que: «La sencillez de Martí es de las cosas más difíciles». Porque en palabras propias del famoso nicaragüense, afirmó que el cubano detentaba una: «Prosa profusa, llena de vitalidad y de color, de plasticidad y de música».

       Yo vengo de todas partes,
       Y hacia todas partes voy:
       Arte soy entre las artes,
       En los montes, monte soy.

O lo que afirma igualmente Gabriela Mistral: «La sencillez de Martí no es nunca primaria, es decir, facilidad de primer plano y ahorro de hondura... Esta sencillez nada tiene de simple». No hay más difícil que hacer bien lo sencillo.
Martí fue la unión de dos personajes en uno. Por su naturaleza sumamente romántica en su juventud su destino estaría marcado para ser un hombre de versos, con la sensibilidad que predica con esperanza y fe hacia las acciones a llevar a cabo. Mas, por su formación intelectual y comprometida con su pueblo, con su continente, la pasión del hombre vehemente se expresó en todas las demás acciones que realizó. Desde sus afiebrados discursos a sus ensayos políticos, el hombre social fue el que ganó más fama antes que el poeta. Sin embargo el tiempo es el que se encargó de rescatarlo por su poesía por encima de toda acción apasionada, sin desmerecer la exaltación.

Enero, 2003.


martes, 20 de mayo de 2014

Pináculo de manuales, planicie de ejemplares


Arequipa decide morir

Los libros más leídos son los que propugnan acuciosamente la salvación de los hombres y el mejoramiento del alicaído modelo de vida en que la gente se halla sumergida. Estos pretenden una lectura destinada, simplemente, a rescatar del naufragio existencial a aquellas extraviadas mentes de una población que, al parecer, perdió la costumbre de deleitarse con la buena escritura.


La literatura parece haber agotado los recursos seductores que los grandes escritores se esforzaron en otorgarle; ha secado las fuentes que ofrendaban a la humanidad esa necesidad filantrópica por mejorar y por luchar contra la desaprensión y la inseguridad. Fue vencida por el simplismo (lo que no incluye a la sencillez) de manuscritos livianos, vaporosos, que sólo buscan, antes que nada, vender instantes de irreal sosiego al mejor postor, con el fin de apaciguar inactuales demonios internos.
Problema grave que reduce el aire a la abstracción de la lectura, y la emponzoña: que los mismos lectores busquen una férrea razón para leer, y exijan un beneficio. Si no, se podría decir que —en momentos de utilidades absolutas, donde todo está sujeto a una ganancia— la original función de la lectura falleció, o en el mejor de los casos, resultó disminuida, solamente.
Pues el carácter de inutilidad de la lectura ennoblece hondamente al que lee por placer, y en su mismo placer encuentra resultados, profundos e indiscutibles. No como el vulgar, que persigue fines, pretende posiciones, simula atenciones y nada más. Estos meritoriamente merecen el olvido y abandono de cualquier idea. Merecen sólo un débil acercamiento al mundo de los pensamientos, quizá un poco de conocimiento, pero la facultad de pensar por sí mismos, tan descuidada, les será siempre vedada. Que la paz los acompañe, que en paz descansen...
Por otra vía camina la inautenticidad: creerse los lectores empedernidos e impenitentes, que comúnmente persiguen el Nobel y quién sabe qué otros infortunios. Cuando sólo se demuestra pronunciados visos de esnobismo, de máscaras y ocultismo... «que en el umbral del aquelarre, se sienten y lloren», por favor.
Mas no disgreguemos. La falta de autoestima, el pilar de todo acontecimiento colindante con el filo del vacío. Entonces, ¿qué mejor que ojear unos cuantos textos sencillos y amenos? Si nos facilitarán ego, nos harán sentir mejor, creernos que poseemos lo que en sustancia no tenemos. Aquí la formula que podría reducir la ecuación entre estas variables sumamente constantes:

Ego - autoestima = libro autoayuda - S/.

Sin embargo, en un intercambio de factores —la más sencilla operación algebraica—, la ecuación resultaría:

Ego + S/. = libro autoayuda + autoestima

Pero, sin pecar de decadentismo ni pesimismo, la exagerada compra de libros de autoayuda revela los reducidos niveles de aprecio que la población reconoce en sí misma, un factor más por donde se puede comprobar los problemas educacionales del Perú y en este caso, como simple ejemplo, Arequipa.
Todos quieren verse otros, cambiar lo que les tocó vivir. Estos libros además, de por sí, crean insatisfacción. Que la relación cuerpo / alma se unifique hasta alcanzar Uno; que aprenda cómo luchar contra la vejez, y ser joven todo el tiempo (cuando en realidad alguien mientras más viejo, superior); cómo alimentar su alma, para que no muera de hambre (pues seguramente hasta el alma se extravió); o sepa cómo seguir sus sueños y escuchar su yo interior mientras duerme (ya ni dormir dejan).
E inclusive las grandes editoriales que publican libros decentes se aprestan a dar cabida a esta clase de manuales. Con tal de vender se pierden cosas más importantes que los valores, ya no hay en quién confiar.
«No publicar libros superfluos», dijo el filósofo. Al parecer da placer no atender las sentencias máximas de los que supieron caminar con la razón. El comercio por encima de todo, la demanda, la gran culpable. ¿Cuándo los comerciantes tomaron por asalto las editoriales y se apoderaron de lo más valioso? Los libros establecen el palpitar cultural de toda una localidad, y si son los que se leen aquellos que subestiman el intelecto, la resignación será el único aliciente para el que aún futuro tiene.
Ejemplares meritorios poco se adquieren. A no ser por los que gozaron del abaratamiento de sus respectivas editoriales, la catástrofe intelectual de inicio de milenio hubiera sido insalvable.
Mientras tanto la gente continúa exigiendo lo más llano. Lo reclama a improperios, y denigra al que complica las cosas o intenta hacerlas por otra senda que no sea la de la ofuscación del facilismo... Los libros más leídos no siempre son los más comprados. Esperemos que este sea el caso.


Enero, 2003.

lunes, 12 de mayo de 2014

Víctor Hugo, 200 años

Añeja vigencia de Víctor Hugo

Poeta romántico por antonomasia. Hombre público admirado desde joven. Incursionó en política no atentando contra el arte de la escritura. Víctor Hugo representa una vida dedicada a la humanidad con pasión, absoluta entrega. 200 años hace de su nacimiento, y en esta oportunidad le dedicamos palabras de reconocimiento a su genio.


Dijo Gauthier: «El Prólogo de Cromwell resplandece como las tablas de la ley en el Sinaí», refiriéndose al escrito donde Víctor Hugo estableció, sin las pretensiones del caso, las bases del movimiento romántico francés. Influido por sus contemporáneos de aquélla misma escuela, Hugo recogió y ordenó la totalidad de ideas que defendían los primeros románticos y las plasmó en el prólogo de uno de sus primeros dramas. Desde ahí fue considerado el mentor del Romanticismo.
Víctor Hugo fue un poeta escritor, que desempeñó actividades varias. Todas sobrellevadas con el ardor magnífico del genio. Fue escritor famoso desde muy joven; político acérrimo, de ideas claras y concisas llevadas a la misma altura de la pasión; orador ágil y a la vez profundo; poeta, eterno poeta, que reflejó hondamente los sentimientos de todo un siglo. Víctor Hugo ilustró con maestría todas las pasiones humanas posibles, en poesía, drama, novela e inclusive en escritos sociales y políticos.
Desde muy joven llamó la atención del pueblo galo por sus obras, ganó concursos de escritura, y de ahí para adelante no dejó de formar parte de la cultura, la sociedad y la vida francesa. Su pluma era bastante fructífera, desde los veinte años no paró de escribir hasta que, bordeando los cuarenta, su hija mayor murió ahogada al día siguiente de su boda. Luego de este devastador suceso se refugió en la política. Padeció un evidente estado de infertilidad productiva por más de dos lustros. Su intensidad creativa se detuvo por un tiempo, antes de dedicarse a la política.
En política sus ideas, republicanas, dieron a conocer un personaje liberal y humanitario, con progresivas actitudes a favor de los más necesitados, frente a los humildes. No por ello redactó un salmo de dolor y sufrimiento, de considerable envergadura, enalteciendo a todos aquellos que la vida castiga: Los Miserables.
Su rechazo a las medidas que tomaba Napoleón III le confinaron al destierro. Gracias a este problema (abandonar su patria e irse a Bélgica) afloraría en toda magnitud su genio. Con el espacio adecuado para la concentración escribió sus más grandes obras, gozaba de la inspiración más imaginativa. Su convencimiento sobre las empresas que realizaba, siempre en contra del golpe de Estado que diera Napoleón III, llegaba al punto de sostener: «Compartiré hasta el fin el exilio de la libertad. Cuando la libertad vuelva, volveré yo». Rasgo de grandes hombres: estar en concierto con sus actitudes.
Al abandonar su brillante desempeño como hombre público, gran orador y hombre de sociedad, se dedicó únicamente a escribir. Sus obras en política, que evidentemente hoy se han perdido, aunque estuvieron dirigidas a mejorar la vida de los pobres, con su labor de literato dio más a la humanidad de lo que se podría esperar con su labor social, pues el poeta: «debe marchar ante el pueblo como una luz y mostrarle el camino».
Por la ruta paralela de su vida (en sociedad), vio la dictadura como la más elaborada trinchera de opresión contra el pueblo, por eso nunca estuvo a favor de ésta. Se adelantó a su tiempo, como es evidente, y dentro el romanticismo planteó la subjetividad de sus versos por encima de la realidad. Hoy por hoy, su doctrina literaria es un remanso para momentos de miseria espiritual, de imágenes oscuras y desgarradas. El romanticismo: baluarte de la irrealidad, tan necesaria hoy, en tiempos de carencia espiritual.
Víctor Hugo era un poeta antes que todo. Por estos lares se le conoce sólo como novelista de obras extensas, llenas de digresiones, descripciones minuciosas, a veces aburridas si no se sabe «ver con los propios ojos» sus imágenes. De imaginación ferviente, sus escritos permitían entrever la predilección que poseía por el arte pictórico, puesto que a él mismo le encantaba dibujar, no sólo con palabras, sino con gráficos los resultados de sus cavilaciones.
De expresión a través de cantos y salmos a Dios y a sus creencias, Víctor Hugo es un gran poeta lírico, y supo definirla abiertamente a ella. «Vasto jardín donde no existen frutos vedados.» Fue el poeta que representó a su siglo. Dentro de su poesía, de la mano de un mismo pensamiento —orden de ideas—, enfrentó todos los argumentos posibles para el hombre —objetos, apariciones, imágenes—. Así como Balzac, que pretendía engarzar todas las situaciones posibles de la vida en su obra, Hugo hizo lo propio con las sensaciones permitidas al hombre. Los temas eran del mismo lugar común, el estilo más bien, insuperable. Su sensibilidad, no muy desarrollada para muchos, por ser un hombre de lucha, de enfrentamientos acérrimos contra sus detractores, podía «ver» como nadie.
Sus escritos están segmentados entre la repetición y confrontación entre el Bien y el Mal. Ve la injusticia social como un agrio problema contra el que hay que luchar. Por eso, mientras desempeñaba diversos cargos públicos, la pasión por sus ideas humanitarias fortalecieron todavía más su obra y fama.
Su teatro no es otra cosa que una excusa para los versos, el drama es pobre, pero las declamaciones superan cualquier poesía contemporánea. Se sustenta, muy bien dicho, que su obra dramática es para leerla, antes que representarla. Que así sea.
Los Miserables, que muchos consideran su gran obra, en comparación con su poesía sólo sería grande por el número de páginas. En las editoriales principales latinoamericanas han pasado por alto obras imprescindibles suyas, incluidas por méritos propios en la gran biblioteca universal de la humanidad.
Interesado en los humildes, sí fue un buen político. Comprendió los conceptos de Democracia, de República y los puso en ejercicio. Su fama fue apoteósica debido, en gran parte, a su labor política. Reconocido como ningún otro escritor de su tiempo su fama rebasó fronteras. Fue el personaje que significó para Francia, lo que Goethe fue para Alemania, Shakespeare para Inglaterra, o Cervantes para España; a Hugo se le considera desde el mismo ángulo.
Al final de sus días llegó a coquetear un poco con el espiritismo, un hecho sin precedentes, pero esperado porque en la vida de los hombres auténticos, la variedad forma parte de todos los días. Las semblanzas no crean contradicciones, únicamente son producidas por el reflejo de la abundancia de ideas.
Víctor Hugo ofreció su existencia para rescatar los valores humanitarios y darle la cabida perdida al pueblo, el que luego de su muerte supo honrar y reconocer como un hombre que en la medida de todos los acontecimientos reflejó el ímpetu de todo un siglo.
Murió entre pomposas honras fúnebres, el gobierno de su país lo despidió con devoción, rindiéndose ante sus restos. Su cuerpo descansó en el Arco del Triunfo como galardón a su vida dedicada a la gente y a las letras del polifónico pueblo galo.
Añeja vigencia la del romanticismo, añeja vigencia la de Víctor Hugo, que luego de 200 años continúa considerándosele como un magno benefactor que luchó contra la devastadora realidad (dureza, miseria, calamidad). Víctor Hugo, hombre de cultura, de portentosa imaginación. Verdadera pasión por la humanidad sobrellevada en un solo hombre. Un gran hombre.


Noviembre, 2002.

martes, 6 de mayo de 2014

Crónica de una conversación


El espíritu angustiado de Daniel F

Para muchos es el mejor compositor peruano que haya alumbrado el rock. La cantidad de temas insuperables que presenta su repertorio no pueden provocar sino algo peor que el miedo. Este año dio un concierto más rockero, presentó nuevo disco en vivo, Canto Enfermo, y sostuvo una conversación sin máscaras como siempre con nosotros.

Junto a Rafo Ráez, otra leyenda del rock peruano.
Varios ya me han dicho que me odian. Haber pasado conversando casi toda una noche con Daniel F, no es para menos. Tengo mucha suerte: expondré qué fue lo que pasó.
Luego del concierto en el Cultural Alemán que dio Leusemia como plato de fondo e Interruptor Cucaracha como entremés, fuimos todos a una reunión para celebrar. Los anfitriones fueron, claro, Interruptor Cucaracha. Su estudio era el objetivo. Daniel F, el invitado de honor.
Todos deben conocer ya su trayectoria, como compositor, como cantante, como eterno músico subterráneo. Quien esté desinformado de las actividades que despliega con maestría, que evite inmediatamente esta página.
El concierto acabó. Después de tocar, Daniel F firmaba sendos autógrafos. Muy amable él, nunca niega atención alguna. Lo veía de lejos, sabía que luego tendría la oportunidad. Me preocupaba, eso sí, que se fijara de vez en cuando en mí. A lo mejor pensaría: «Qué hará este flaco por aquí, que no pide su autógrafo».
Daniel F comenzó a hacer música desde los 14 años, cantando. A la guitarra le empezó a dar como a los veinte, más o menos por el ochenta u ochenta y uno. Prefería componer antes que cualquier otra cosa. Su vena de compositor está sumamente desarrollada. Más que como intérprete.
Alistamos todo, marchábamos a nuestro destino. (Viajé en el mismo auto que el F.) En la reunión, la gente —éramos pocos—, se divertía con algunos tragos, y cigarros; la típica escena de fin de semana. El ambiente era muy movido, para ser unos cuantos, vaya que hacíamos ruido.
¿No te sientes ajeno en este lugar?
Sí, le dirigí la palabra a quemarropa. Creí que por haber sido compañero de viaje tenía el derecho suficiente para hablarle. Luego de mirar con detenimiento sus ojos perdidos en la noche le hice esa pregunta. Di en el clavo.
Yo me siento ajeno en cualquier lugar, esté donde esté.
Me respondió con la amabilidad de siempre. A lo largo de la intermitente conversación que mantuvimos traté de dirigirme a su yo íntimo. En cierta manera ganar su simpatía. No con inteligencia, por supuesto que no, sino con empatía, tratar de ponerme en su lugar.
¿Hay gente con la que no eres humilde?
Por componer canciones de grandiosa musicalidad, de poéticas letras con singular mensaje, pensé que tendría una muy buena opinión de sí mismo. Pareció dudar por unos instantes, la pensó pausadamente.
Quién dice que soy humilde, no sé. Uno mismo no se da cuenta de eso. ¿Acaso uno es humilde con unos y con otros no? Yo no sé si soy humilde. No tengo ni idea.
Formó el grupo Leusemia hace casi 20 años. En los inicios la música era el punk más agresivo, con letras cargadas de denuncias contra una Lima sangrienta, contra una sociedad carcomida por falsos valores. El disco se llamó igual que el grupo, tuvo el éxito esperado en el reducido círculo musical de esa época.
El F va de un lado para otro, solicitado por la gente que quiere saber su opinión sobre cualquier tema. Después del concierto lo vi de un lugar a otro, respondiendo las preguntas de la gente. Más adelante me dijo que ya está acostumbrado a hablar con todo el mundo, así sea un solitario debe hablar con todos. Ésa es su cruz. Ésa es su dicha.
Ni siquiera sé cómo te llamas, y estoy hablando contigo, ¿ves?
Me presento. Le digo que ya nos saludamos en el 99, cuando él iba a tocar el Yasijah por primera vez en Arequipa, cuando ensayaba en el Centro Cultural Peruano Alemán. Me llevó Cocó Herrera, su entrañable amigo, culpable de muchas «desgracias...».
Yo le dije a Cocó si tenía Frank Zappa. Me dijo que sí. Entusiasmado le pregunté sobre Pink Floyd, también sí. Fuimos corriendo a su casa y me los pasó. Por él entré de lleno a lo progresivo, tuvo mucho que ver.
Tocó carne. Antes hablé con mucha gente que estaba en desacuerdo con el nuevo giro que realizó en su música. Un cambió que él no ve. Discutimos, adopté la postura del típico fan engañado.
No sé cómo puede haber gente que piense que yo traiciono mis raíces. Siempre quise hacer rock progresivo, lo que pasa es que no conocía un violinista, un tecladista.
Me dice que Novoa (el de la canción), culminó su biografía. En ella explica las primeras inquietudes musicales que tuvo, lo que siempre quiso hacer.
Nos separamos, alguien lo llama. En la fiesta escuchamos Interruptor Cucaracha a todo volumen. Cuando me acerco, opina: «Paja». La música del grupo le gusta, y no sólo por que sean los anfitriones.
Seguimos hablando de música. Comentamos sobre Dream Teather, su virtuosismo y tal vez pedantería. El último premio de Libido, ganado con merecimiento. Rafo Ráez, no es tan loco como parece, sólo habla solo. Su canción que más le gusta es Al final de la calle. Coincido con él, lo mejor que tiene.
Así como con Memorias, el que canta soy yo mismo. No como Sed de sed, por ejemplo, donde no entiendo qué es lo que digo. Al final de la calle se lo compuse a Ella.
Desde Yasijah, todo se lo compone a Ella. Elimino dudas sobre el tema que le da nombre al disco: es un cuento que escribió Ella en los mejores tiempos de la relación. Eliminó otra duda: son 11 casetes de Kúrsiles Romances que tiene en su haber. Llegué a pensar que eran una leyenda.
Ésas más bien las hacía al ideal de mujer que todos llevamos dentro. Cuando la conocí, supe que no podía ser otra, como si toda mi vida me la pasé esperándola.
De segunda mano supe que es, fue, o será, la única pareja que tuvo en su vida. La fuente es confiable. Hoy el F está deprimido, viendo la posibilidad de cómo hacer para reanudar la relación con Ella. Por eso no habló mucho en el concierto.
¿Leusemia algún día tendrá éxito?
La noche avanza, se acerca el alba. Formamos un círculo a su rededor. La mayoría toma y fuma. Le ofrecen un pucho, lo rechaza. Yo también. El trago da su respectiva vuelta, Daniel sorbe un poco. Me pasa el trago, me mojo los labios y hago correr el vaso.
No sé, mi música es sólo para la movida, que es escasa. Doy conciertos de norte a sur, eso es todo.
Nunca tocó en la selva. Sí, en toda la sierra. Recuerda la última tocada en Puno, donde llega siempre gente desde Bolivia. El mismo entusiasmo aflora por su rostro al recordar el concierto de Cerro de Pasco, el frío de la altura al parecer la agrada. Le pregunto qué lee.
No seas malo, yo no leo. Las palabras raras que uso las aprendo en la televisión, conversando con amigos. Ah, en música igual, no tiramos simplemente. Yo sólo araño la guitarra.
Su rostro es sumamente pálido, la mirada pasiva. Comenta con orgullo su perfil griego. Se va a otro grupo. Después de un rato se acerca y me comenta la hora, sabe que yo también me quiero ir; parece que le caí bien. Ya todo acaba, nos vamos a ir. Al momento de despedirnos nos damos la mano dos veces: «Oe, estás medio loco», me dice. Espero que sea cierto.


Noviembre, 2002.