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jueves, 9 de julio de 2020

Inventor de la creación (Leonardo Da Vinci)


La culminación del genio

Uno de los más grandes emblemas del renacimiento
italiano, Leonardo da Vinci —guía de turgentes artistas y
preceptor de la renovación cultural— es hoy y siempre, el
encumbrado protagonista que cultivó un conciente dominio
de la sabiduría hasta la consumación de sus días.

Un humanista que redobló el concepto del visionario. El latir del siglo, clave del resurgimiento de la humanidad hacia la amplificación del arte, estuvo enmarcado dentro del semblante de Leonardo da Vinci, hombre genial de profundas y contradictorias labores. Bendecido con los dones ideales para el posicionamiento del renacimiento, su accidentada trayectoria, caracterizada por los constantes cambios de inspiración, formó de él un hombre inigualable y fascinante, con la categoría de los seres más encumbrados que jamás existieron en este planeta.
Pintor, escultor, arquitecto, teórico del arte, naturalista, científico e inventor italiano; —además de influir como matemático, botánico, escritor y músico—: todo un concierto de visiones. Queda clara su increíble capacidad para desarrollar el talento que llevaba dentro en casi todas las disciplinas artísticas de la historia. ¡Qué magnitud de dedicación, incluso para terminar haciendo todo, con producciones y demás! Leonardo da Vinci es la culminación de todos los quehaceres, no hay alguien más versátil que él; una completa totalización de conocimiento, unido a una personalidad sólida, de trato gentil y humilde: la historia perpetuamente le deberá sus lienzos, pautas y designios, y en general, todas las proyecciones que delinearon el curso del arte y la ciencia.
Tácitamente se suele reprochar su indecisión a la hora de definirse en algún campo de la creación. De pocos cuadros —pero trascendentes—, sumamente interesado en los progresos de la ciencia —el deseo inmarcesible por volar— hicieron de él alguien que (parece ironía) dijera: «He malgastado mi tiempo». La historia se engolosina con las producciones. Así, por haber pintado un poco más que diseñado se estudia su vida desde la óptica de la pintura, olvidando o apenas mencionando su torrente científica, precursor de la hidrodinámica y la ciencia moderna. El arte y la ciencia, para su juicio, indisolubles. Frecuentemente se presentaba como científico o arquitecto; su aptitud científica era una de sus favoritas, acaso a la que más tiempo dedicó.
Pero reconocía en la pintura la supremacía sobre todas las demás artes, sobre cualquier expresión humana, era el acto creador por excelencia, como la actividad que requiere todos los conocimientos y casi todas las técnicas. Para él: «el pintor introduce sus conocimientos científicos en su obra». Es así que crea el esfumado (sfumato), técnica pictórica en conversación metafórica con su vida: sin límites definidos (muros) poco a poco se ve trastocando (difuminando) en creador completo y no dividido. Los matices enriquecen la pintura de su vida, que está extendida en los páramos de la cultura humana, de donde siempre salió vencedor por más de ser un solitario que dependía de sí mismo...
Retocaba sin cesar, era un impetuoso de la perfección, de ahí muchas pinturas inconclusas. ¡Cuanta ansia de exquisitez! Por eso, de lo bueno, poco, muy poco. No acababa una obra, seguramente porque advertía que había agotado las posibilidades de revolución en su invención. Por esos motivos en pintura no fue superior a Miguel Ángel, el atormentado contemporáneo suyo. Sin embargo, el otro genio de su tiempo, Rafael, continuó algunas de sus técnicas empleadas y le destinó su más sincera devoción.
Así, como paradigma del hombre del renacimiento, experimentó una vida llena de serenidad, con infinito desasosiego interior. Sólo a Leonardo le calzan tales opuestos. Como lo describen: «En un estado de ánimo carente de pasiones pero palpitante de emoción». Adoptando una imposibilidad de la imaginación en estos tiempos: ser soñador a la par de lúcido.
La contradicción se remarcó día a día en su fuero interno: sabía crear armas, como los genios ingenuos, cuando detestaba las guerras. Cuidaba los enfermos, cuando después de muertos, aprovechaba sus restos para practicar inquietantes autopsias. Y por otro lado, más amable y profundo, como todo espíritu despierto, no sólo gustó de la música, sino que la profesó. Corazón universal que afirmó: «La pasión intelectual hace desvanecer la sensualidad»; y por otro lado no se privó de satisfacer sus placeres con la ambrosía de su especial preferencia...
Enigmático, su obra está escrita en intrincadas claves, dispuestas para unos pocos que descubrirán unos siglos después algo de sus depurados mensajes, tan alejados de oropeles y efectismos. Toda obra perfecta esconde los propios errores del genio, sus misterios que después son descubiertos, aún no entendidos, recalcan un plan de continuidad más allá de lo temporal. En lugar de dirigirse irremisiblemente a generaciones posteriores —pues previó que el creador viste túnicas póstumas—escogió aumentar el margen de error perenne que la humanidad ejerce, hasta dedicar su existencia a lejanas posteridades. Murió lleno de días, exactamente uno como hoy.

Dos de mayo, 2003.

lunes, 15 de febrero de 2016

Rafo Ráez, su primera vez

Explosiva visión del cosmos


Obsequiando su primer concierto masivo en Arequipa, Rafo Ráez, creativo cantautor, cubrió con creces el saldo que implícitamente nos debía; sosteniendo antes una nutrida tertulia, entre lozanos adjetivos y centradas apreciaciones, en la que reprodujo una panorámica y muy consciente visión de la coyuntura, certificando así su afilada lucidez, a prueba de balas.

La noche ya estaba algo tarzán. Lateábamos en la tocada esperando a Rafo Ráez mientras escuchábamos la buena música de este concierto, planeado por los organizados jóvenes de AQP Verde, a la posta de su campaña ecológica —con la que el invitado de honor obviamente coincidía. Muchas voces se juntaban alrededor de Rafo, y caleta nomás, apenas llegó, nos fuimos a un lado para no hacer mucho roche. La conversa en un santiamén ya estaba enarbolada.
De inicio, una funesta anécdota, impedía la fluida articulación de oraciones. La primera venida a Arequipa no fue muy memorable que digamos y la cosa se echó a perder por un buen tiempo. Aclarada su larga ausencia, pasamos a los orígenes. Músico-antropólogo, que no desmerece su preparación en San Marcos, detalla los puntos que encuentra entre su profesión y la música. «La antropología traduce ideas sobre el hombre, lo que la música practica por analogía, ambas son pues un asunto de comunicación.»
Un ratón después el frío hería hasta los huesos, entonces decidimos hablar de temas igual de lastimeros. ¿La política? «Simplemente la consecuencia de la ambición por el poder, ni más ni menos. Nace de acuerdo a la organización; un asunto de sobrevivir y no vivir: voluntad política.» ¿Y el actual presidente del Perú? «Sus peores enemigos están en su propio partido; como político torpe que es, no sabe rodearse de gente idónea...»
Harta canchita para comer sobre el tema, nuestra pregunta plural atacó al impuesto contra el arte. «Los políticos ven al arte como un trabajo más, y no explotan su potencial valor como industria. Sin sistema legal de pequeña industria cultural, que promueva con decisión la producción local tanto pequeña como grande, jamás se va a poder hablar de cultura en este país.» Así pues, entre tanto certero disparo, quién se atreve a tirar la primera roca para definir qué es cultura y que no. ¿Quién se manya capaz de exonerar lo que cuenta y lo que no? Mejor no nos hagamos paltas.
¿Y de sí mismo, qué? ¿Qué hará en busca de las fichas que a todos nos faltan? Rotundamente se quedará, y no Grammy, no premios ni nada, eso no me interesa. No migrará al extranjero para ‘lavarle la ropa a nadie’. Su éxito está aquí. «Es algo que tiene que ver con el lenguaje: yo compongo para que me escuche y entienda un peruano, aunque mi música puede gustar a gente de otras culturas, yo me dirijo a la gente de este país.» Su misión se orienta con la historia del Perú profundo.
Una fémina voz apunta: ¿Eres tú parte de la historia? «Claro, mientras me sienta útil. Aunque no queramos formamos parte de la historia.» Rafo, con el cacharro sonriente, afirma convencido nuevamente: «En cualquier parte del globo puedo sentirme útil, mientras siga componiendo discos tan buenos: ¿para qué urdir una falsa modestia? Pero eso prefiero hacerlo en mi país.» Bien dicho, compositor.
Las seis puntas que solapa parlábamos con Rafo a la par indagamos el proceso de gestación de sus discos: «Nunca hay un programa, y menos una fórmula, las canciones brotan con naturalidad hasta que configuran un disco». Lo que sigue es otro cantar, entre patas, a modo de pases, van haciendo el disco, un trabajo en equipo, y luego, listo para difundirlo. «Para mí, manufacturo un disco genial cuando se parece a los discos geniales que conozco; no copio, pero sí sé cuándo causo intensas sensaciones.»
Objeto estremecedor es el disco, según Rafo. Al que le da tonos ácidos y humorísticos, para que estos resulten mejor que él. «Es mi proceder para exponer cómo me gustaría ser, pues defectos todo el mundo cultiva.» Y, caballeros, recuerda haber cometido muchos, de diferentes facturas y calañas: herido gente, metido la pata... muéstrame la figurita y fácil que yala.
Considera su mejor trabajo «Camisa», donde casi no percibe errores. Nunca hizo algo hasta el cien, pero siempre hay fallas que se filtran. «Camisa es como una película, impecable  película, que no tiene baches al paso de canción a canción: es como estar en un tour.» Y todos borramos con ese tour. Y eso que aún no alucinábamos su desenvolvimiento en el concierto.
El frío se sublevaba contra nosotros, entonces nuevamente volvimos a la coyuntura, en esta chance alrededor de todo el charco. «Bush actúa ahora como un dictador, ha dado un golpe de Estado a todo el mundo, y nosotros sin darnos cuenta. Es que mucho tiempo hemos estado callados, y no entendíamos lo que pasaba. Todo inicia con el auto atentado de las Torres Gemelas. Igual que el Imperio Nazi, recurren a los mismos artilugios.» Pucha, que sabe lo que dice. «Y el golpe de estado [más parece un mazazo], hace dos o tres meses, avala una guerra civil que a su vez financia el terrorismo. En Irak se entiende hoy un “manifiesto”, como en años anteriores...»
Pero para no terminar con mal sabor de boca, de olisquear tanta infeliz realidad, extraemos su relación con los jóvenes poetas limeños, que lo buscan y solicitan su apreciación con reverencia. Como Vallejo y Watanabe, igual de exigente con sus letras... luego lo vemos trepar al escenario, decidido a no ser el mismo en cada explosión, esforzándose por abrazar todos los estilos, para diferenciarse de su yo íntimo, va con su propia voz, una plural voz, con la que nunca será repetitivo. Pues en él no todo es precario.



Julio, 2003.

lunes, 27 de octubre de 2014

Retrato del poeta

Una enfática oración al perfil del poeta, ese extraño ser de insólito ánimo que no se doblega ante su propia desgracia, que rinde su vida para que sus penas sean alegría de generaciones. Aquel ser informe capaz de mutar en cualquier postura, para extraer todo el provecho de los embates y continuar haciendo lo que sabe hacer, poesía.

 © Salvador Dalí, Fundació Gala-Salvador Dalí, Figueres, 2011
Día del poeta, el profesional del arte. Ceremonia de la belleza, la perfección de la gramática; efervescencia de las imágenes, intercaladas en la palabra, junto a gruesos ramos de aflicción y melancolía —todos los tonos le encajan al poeta. Retorno de la poesía en indefinidas modalidades, de la pasión, la acidez o la indiferencia. Los extremos más fuertes que todo poeta siempre ensaya. Poesía de lo que cuenta, encanta y auxilia para subsistir, su artesanía: eleva. Lo que sea da lo mismo, sólo cuenta el verso.
La poesía, lo más alto de la literatura, de todo lo escrito; la primera forma de la creación artística. La única, además, con la capacidad de visitar las simas de los abismos que encierra la raza humana tanto como las culminaciones etéreas de todo lo divino. Por ser exquisita, a unos pocos lastimosamente va dirigida. ¿Por qué habrá gente que se instruye o goza con los libros y rechaza de cuajo los colmados de poemas? La preparación que exhorta ésta, de antemano excluye lectores esponjosos, con aquella firme apatía para degustar la perfección... la poesía los pondría en línea, pues a los que tienen alas dormidas los ennoblece, sólo es cuestión de ánimo.
El poeta es a la vez poesía, y la poesía, poeta; no hay divorcio, innecesario distinguirlos. La divergencia, en las circunstancias que engloban sus condiciones, el fuego, la sombra o la luz, sólo son móviles de una expresión impostergable. El desahogo se torna en estilo, métrica o verso libre; se deja permanecer. El codiciado ritmo, para que tiemblen las imágenes y sacudan las mentes, adentro y afuera, de arriba abajo... A él no se le distingue en la temática, que es la misma, estética. En el trato de abordar los temas, se inspira en lo mismo, no necesita efectismos, es espontáneo.
Y recordemos que la poesía no está en el canto. Más bien, en el centro, se nutre de salmos y expresa el retrato de un corazón formidable. El poeta, construido de diseminados retazos —extensiones de un sueño— aprueba la intromisión de los rayos solares. No está cerrado a las experiencias, nace cada día y adopta una serenidad de espíritu que muchas veces discrepa con su conducta. Pero sigue siendo el mismo, nada cambia con tal de seguir minando copos de belleza en la tierra.
El poeta sabe buscar los adjetivos adecuados, milimétricamente, para reflejar su escultura, la estampa en el orbe para todos los tiempos. Nunca debe multiplicar una oda más de lo que vale. Por eso mira pausado hacia abajo; su posición, reflexiva, acepta la imaginación en su cerebro con sosiego. Así se hace recatado, honrado, ya es presentable para que la posteridad no mancille su honor. Pero cuando todo aparente cristalino, el poeta será por excelencia indecente —el único que maneje la autenticidad y desbarate forzados pudores.
Entonces siempre estará en oposición a la onerosa función de los académicos. Los estudiosos son otros, maquinarias de una sociedad oronda, piezas. A un lado muy alejado, ahí descansa su antónimo: el inconforme, el desterrado de la falsedad. No es necesario que los poetas lidien por la concepción de la belleza, nada más que poetizar el mundo, componer el caos y desordenar la razón, suficiente.
Por tanto no ahondará en sus lemas; la música y las imágenes ofrecen libertad de olvido. Los argumentos son problema de los científicos, no de él. No fraguará recetas ni recomendará vías, admitirá la totalidad de sentidos, trastocados o informes. La poesía no se estará callada, y el poeta una vez más será barro combativo. ¿No ven que hasta empina el brazo? Con su salvaje pluma arremete en lo no dicho. Su arma: la palabra. Su munición: el lenguaje. Su cometido: la verdadera libertad intelectual. De ahí que los que manipulan la belleza, adquieran un leve halo maligno. Pariente de ángeles o demonios, algo sobrenatural los abraza, hasta el fin.
Y los intrascendentes dicen: «¿Acaso son ellos los que no se dan cuenta, los inconscientes?». No. Desubicados no, ni impasibles, pues la realidad fácil es de anteceder, puesto que es descifrable al fin de cuentas. La imaginación que crea mundos con naturalidad se adelanta a los acontecimientos: se llama visión, intuición o ingenio constructivo. Aunque haya numerosos poetas sin versos que no ejercen su talento en las letras, la completa suma de su arte lo abocan a su vida, el mejor poema realizable, así construyen lo que pocos consiguen: una biografía.
¿Y el amor? Adentro, por encima de todas las cosas. Luego se esparce gentilmente por sobre las rocas, el jardín y los corazones desconsolados. El mejor conejillo de indias es uno mismo, sostiene no sin estar en lo cierto. Y no se equivoca, este conocedor de la sabiduría de las plantas, propenso hacia la tentación de la belleza, sin color definido, ni forma ni olor, él mira hacia fuera, no se ubica como los demás, tiene su propio orden de las cosas, invariablemente al final de la página...
Poeta con poesía, de rima y alegría, al borde de la amargura; cada vez hay menos de tu especie: estás en peligro de extinción. Las condiciones no se dan para que germines en este terruño. Pero al final se anotará que hubo un día del poeta —restauración de la nostalgia—, que fue, y que esperamos, seguirá siendo.


Abril, 2003.

sábado, 18 de octubre de 2014

Flora Tristán, 200 años

El lío por la libertad

En el bicentenario de su nacimiento, el mundo despliega sus alas de pleitesía hacia la contumaz luchadora social y visionaria escritora, que deambuló por tierras arequipeñas; convidando con su lúcida pluma de innegable talento descriptivo, la sociedad que le inspiró para germinar los primeros atisbos de su particular lucha social.


Vivió entregada a buscar la libertad hasta consumir sus propias fuerzas. Flora Tristán, la escritora francoperuana que más tenía de revolucionaria que de mujer intelectual, dedicó sus años de vida más valiosos a procurar el bienestar de los obreros y la gente del pueblo. Luchó palmo a palmo contra los convencionalismos sociales, con la determinación de liberar de los excesos de los potentados, a la sometida clase obrera, y, al mismo tiempo, dignificar a la mujer sin derechos y denigrada, que soportaba los inciviles tratos de aquellos varones que proliferaban desmesuradamente.
Antes de estar sumida en abstracciones y teorías fue una mujer de acción. Poco a poco se ganaba el apoyo de los humildes (en muchos casos ignorantes trabajadores proletarios) con sus diversas alocuciones y planteamientos de justicia para que estos dejen de ser explotados por los burgueses, tan opresivos en esos tiempos. Sólo trataba de convencerlos para que formen una Internacional Europea de Obreros, y así mutuamente defenderse de cualquier inesperado atropello. Sus derechos e igualdad ya eran para ellos una desmesurada abstracción...
Nacida en Francia, de padre arequipeño y madre francesa, al morir su progenitor, los papeles que justificaban la unión conyugal desaparecieron por culpa de la guerra contra España, apartándosele como hija ilegítima de la fortuna familiar; viviendo a partir de tal rechazo en búsqueda de la igualdad social que le fue negada. Desde ese momento sería una mujer sola contra el mundo. Como no consiguió la comodidad económica, que en el fondo no anhelaba, no le quedó otra opción que ser una libertadora.
En cada camino hay un riesgo, que aumenta según la amplitud del recorrido, de sus exigencias. Así Flora Tristán gracias a la «suerte» de sufrir profundos golpes en el dorso —su esposo, un rústico; su tío (Presidente del Perú), un cicatero— encontró su encumbrada labor: batallar por la justicia y esforzarse para que no haya más gente que sufra la indiferencia y las inclemencias que le tocaron vivir.
Su paso por Arequipa, «simbólico retorno» de apenas un par de meses, significó simplemente una extensión del rechazo que su tío Pío Tristán (último Virrey, Presidente Interino) le estaba preparando. Nada más que una lenta agonía en vistas de la esperanza de por sí quimérica. Si bien es cierto lo que el pensador sostiene, que la utopía mientras más lejana mejor; para que cuando nos vayamos acercando paso a paso a lo inalcanzable, al mismo tiempo, por acción de nuestro discernimiento, alejemos nuestro deseo cuando avancemos —pues este debe continuar siendo una utopía y no perder su carácter irrealizable.
En Arequipa encontró una ciudad de marcados contrastes, un Clero rico y fastuoso, una burguesía alienada y fatua, familiares afrancesados; mientras que por otro lado, el pueblo estaba condenado a ser indiferente a su propia ventura, con ojos cerrados y mentes atiborradas de inconciencia. Un variopinto cuadro de rimbombancias y opulencias señalizadas con dilatadas diferencias sociales. Flora abandonó el Perú con una sentencia entre dientes, catastróficamente aún cierta: «Un país donde la justicia se vende».
Entonces Flora hizo bien al alejar su operación a un nivel inmaterial, cargándola con fuertes tonos de espiritualidad. Si su ortografía no era la ideal para una mujer que pretendía remover los cimientos corrompidos, o si alguna vez intentó suicidarse por no resistir los maltratos de su esposo, o de si sostuvo alguna vez relaciones homosexuales tan mal vistas en su tiempo, estos no son puntos importantes e inhibidores de su ideal, no mellan en ningún sentido y valen un ardite.
Aunque su base, sólida, dentro de las nuevas teorías socialistas que se sucedían, no se podía aceptar a una «Paria» como representante, por más que esté al tanto de las nuevas corrientes libertarias, aún así haya sido reconocida por Marx como una valerosa y valiente representante del socialismo en ciernes, ella era no tomada en cuenta en enésimas ocasiones por el pueblo y sus faenas se duplicaban en dificultades por culpa de los oídos sordos de los mismos trabajadores a los que deseaba rescatar.
La libertad estaba presa por sus propios reos. Probablemente siempre lo esté. Pues aquel adagio trasluce hondas certezas: «Los proletarios jamás abogarán por su propio futuro». Mas cualquier disposición tomada oculta peligros hacia ambos bandos, los ejecutantes y los receptores. Siempre un cambio, antes de aterrar a los misoneístas, despierta la pasión de los innovadores. Y entre ese conflicto, deseoso por nacer, se justifican las peores violencias.
La revolución injustificada que vendría más adelante no es culpa de una Flora Tristán convencida y emprendedora, ella forma parte de los utopistas, como Fourier o Saint Simon —en los que basó en muchos acápites su folleto: «La Unión Obrera», que se convertiría en un éxito de concepción y anticipación. A ella, todo el lío que adopta las ansias de libertad para el pueblo oprimido casi no le fue imputado, ni endosado. Por más que de haber sido una osada mujer, al punto de despertar los celos de una famosísima George Sand, de ideas liberales y revolucionarias, la autora de «Peregrinaciones de una paria» es el testamento de una inagotable disputa por la equidad en su plena magnitud.

Abril, 2003.


sábado, 27 de septiembre de 2014

Crowley, la recreación de la Bestia

Inspiración de músicos complejos, quizá descarriados; escritor de tratados que apuntaban a crear una nueva religión, con su imagen como tótem; personaje público, que no hizo más que forjar a su disposición, la impronta del infernal, presunto corruptor de generaciones; Aleister Crowley no fue sino un intelectual iconoclasta de un mundo amodorrado y latentemente impostor.


No existe actividad extrínseca al ser humano, todo sentimiento o acción forma un testimonio de la inmanencia cuando de seres humanos se trata. Así por ello, haga lo que se haga con el control de la constancia a través del tiempo, inevitablemente surgirán seguidores, unos acérrimos, otros detractores, pero igual seguidores de cualquier medida optada. Incluso si se pretende repeler a todos y ser único, siempre habrá partidarios, al final de los casos, póstumos.
La educación más severa, conservadora y seca hizo de Aleister Crowley un niño diferente. La sociedad británica de su época por demás inflexible dispuso sin querer el nacimiento de un hombre que daría que hablar. Sin el amor expresado con naturalidad de sus padres el niño se desbocó en rechazo, reclamo y afrenta. Iniciaría entonces la empresa mejor llevada de publicidad y desenfreno, sustentada con un inconmensurable talento para llamar la atención de mil y una maneras.
Con el correr de los años las acciones que construirían la leyenda del mago más perverso del mundo, la Bestia abominable, 666 y demás, se dirigirían únicamente a fortalecer tal imagen. Pero para construir una fortaleza sólida los cimientos no deben ser deleznables. Aleister Crowley estudió incorregiblemente día y noche, por una disposición natural, para fraguar su conocimiento, que lo llevaría años más tarde a una cima dentro de la fama mundial y al reconocimiento o rechazo de nutridas cantidades de gente.
¿Y cuáles eran esas acciones? Cuando la decisión está tomada el rumor y las habladurías de la sociedad pueden centuplicar pequeños chispazos: fuegos artificiales parecerán para terceros. Toda la «Bestialidad» de Crowley se esparció nada más que por sus labios. Fue lenguaje y volátil sonido gangoso, en apariencia. Actividades materiales, ritos, orgías, torturas, fueron contadas —virtualmente llevadas a cabo (poco probable) — por un fino artista del escándalo.
Que se haya afilado los dientes para provocar exacerbada lujuria a sus ocasionales amantes; que no distinguiera entre los sexos y en ambos halle la herramienta de placer necesaria para satisfacer sus (para muchos) aberrantes inclinaciones; que adolescente haya matado un gato para comprobar in situ la cantidad de vidas que popularmente se le atribuían; que sea el director de orquesta de numerosos vicios (que nunca se le pudieron comprobar) como drogas o sexo; que partiera a través del mundo aterrando a la gente conservadora; en fin, todas estas no son más que pequeñas láminas insignificantes y alternas de un Aleister Crowley especulativo y cerebral. Sólo el ambiente de una trayectoria hostil contra la humanidad, no su artesanía de vidente y escritor.
Desperdigando su afianzada cultura y su doctrina del individualismo más remarcado enfrentó a la humanidad, pareciendo más de lo que no era —cosa que le complacía. Su talento fluyó en mayor caudal a través de la magia, y más que esta, por el esoterismo. Aportó a la magia negra, incalificable y tan censurable, estudios de valor lúcidos y aceptados por sus fúnebres correligionarios. La base de su personalidad era alimentada por su profunda cultura de las religiones. Siempre hay algo que sustenta a los evadidos, detrás de todo semblante especial una existencia especial.
Sus intereses sin embargo no fueron cumplidos en acertada proporción. Fue una curiosidad para gente de cultura, que no se soliviantaba fácilmente con sus artilugios y malabarismos verbales. Ser parte de la feria, cuando no se planifica ninguna función selecta en la arena de la vida, es el ardid que en uno mismo repercute con más ruindad.
La humanidad no está tan desquiciada para que muchos intelectuales lo tomaran en cuenta a la hora de sus peregrinaciones. En los dos tipos de personajes, él era de los que callan y con mirada sibilina hacían las cosas, a despecho de los fanfarrones. Por eso tuvo un valor innegable al continuar con su estrella opaca hasta el fondo, no obrando como los sensacionalistas creen.

Abril, 2003.


lunes, 8 de septiembre de 2014

Norma Mogrovejo, equilibrio y pasión


Lesbianóloga, feminista y escritora peruana, auto exiliada en México, arequipeña por convicción. Norma Mogrovejo paseó por Arequipa, su capital, para buscar un poco de calma, visitar a sus familiares y, de paso, responder preguntas sobre la vida fuera del país, la identidad sexual, el lesbianismo y todas aquellas cuestiones que ella sabe analizar.


El tiempo es exiguo, en pocas horas viajará de vuelta a México. La entrevista no puede ser larga. Norma Mogrovejo, por el contrario, permanece tranquila, dispuesta a conversar. Ella escribió 3 libros sobre lesbianismo, y ya viene otro sobre las crisis de los inmigrantes del LGTB (lesbianas, gays, transgenéricos y bisexuales). Sin más preámbulos:
¿Por qué sintió la necesidad de irse a otro lugar, de autoexiliarse?
Yo terminaba la carrera de Derecho y tenía un grupo feminista donde trabajaba... Era la época de Alan García, el momento en que el terrorismo estaba in crescendo y había muy pocas perspectivas laborales en el país. Todo el mundo quería salir porque era una época muy devastada. Busqué una beca de maestría, la gané, y me fui a México. Por último en el ámbito de mi opción sexual no encontraba espacios alternativos.
¿La razón de ese auto exilio remarcando la palabra fue una acción tomada por renegar del país política y económicamente, o fue por la opción sexual?
No exactamente por renegar del país. Porque el Perú te da elementos culturales de raíz, y yo nunca he renegado de mis raíces; pero nunca he encontrado espacios alternativos para mí. Salir es una forma de exilio; finalmente eres una espuria. No te encuentras, no te hallas en tu lugar. Entonces como no eres un perseguido político —aunque el asunto sí tiene que ver con la política— es un auto exilio. En una sociedad el Estado debería otorgar los elementos y espacios necesarios para los ciudadanos, con todos los derechos. Las personas que tenemos una opción sexual diferente no nos queda otra salida, y más en una sociedad tan represiva como la arequipeña, que irnos.
¿Pero, como todo el mundo, no cree que quiso irse por una moda, por huir?
No, no era la moda. Mira, quizá no te tocó vivir, pero era una época donde el desempleo (que sigue siendo un problema muy grande) te condenaba a seguir dependiendo de los padres. Salías de la universidad y no encontrabas cómo ganarte la vida. Entonces los estudios eran una alternativa. Y para mí fue una posibilidad maravillosa encontrar una beca.
Ahora que de vez en cuando regresa ¿no ve que nada cambió y sigue la continuidad, que la juventud quiere irse, que el Perú está igual y va a seguir dejando salir a su mejor gente?
Sí, yo siento que es un problema muy grande que los gobiernos no hayan tenido la suficiente competencia como para solucionar el problema de dar alternativas a los jóvenes que salen de la universidad, para que no sigamos teniendo fuga de intelectuales.
Yo sigo siendo peruana, tuve resistencia a dejar mi nacionalidad. Aunque muy poco me sirva viviendo en el extranjero, porque yo no me beneficio de los gobiernos por los que estoy obligada a votar. Porque el voto es una obligación. Así, aunque yo no quiera, mi conexión con el Perú es más distante, aún haya buscado alternativas de retorno. Aún haya hecho estudios con relación a la disidencia sexual, que sigue siendo un tabú en el Perú.
¿Ver a la gente salir del país, que no tiene futuro ni aval para triunfar y que luego serán denigrados en otros países, no le produce angustia?
Sí, son denigrados, y es espantoso, hay situaciones de esclavismo que todavía existen. Como el asunto de los polleros en México (que comercian con inmigrantes para hacerlos ingresar a EE.UU.) que se aprovechan de la gente, les quitan el dinero, los abandonan en el desierto sin comida ni agua: verdaderamente dramático.
Bueno, cambiando de tema, ¿sus libros por qué no se publican en el Perú?
Plaza y Valdés, la editorial, no tiene distribuidora en el Perú. Mis libros se publican en Bolivia, Argentina, Ecuador, Costa Rica, en casi toda Latinoamérica pero no en el Perú por falta de distribuidora.
¿Cuál es el suceso más importante en su sexualidad, el cambio más resaltante...?
Mi salida del clóset en el Perú, a través del programa de Denegri, que no sólo me implica a mí, sino que se lleva a toda la familia. En mi casa se recibían llamadas como: «Me enteré que tu hija es lesbiana», todo como una suerte de acoso. Y entonces se generó una inmensa bola que arrasaba con todo. Mucha gente no sabía que yo tenía una opción sexual diferente. Y es que se debe entender que las lesbianas, los homosexuales, los transgenéricos no son gente delincuente, ni lacras, sino gente corriente con una opción sexual diferente.
¿Qué le recomendaría a la chica que se siente reprimida por tener preferencia sexual por el mismo sexo?
Que reivindique su orgullo de ser como es. Que no permita humillaciones. Cualquier opción que tome un ser humano, es digna de orgullo.
¿Una lesbiana entonces debe ser orgullosa?
Claro que sí. Por ejemplo el asunto de los movimientos sociales ha ayudado a que la sociedad cambie de perspectiva. La sociedad cambia permanentemente, y con el trabajo que hacemos logramos en algo solucionar esto. Hacemos lo posible para que no vivamos tan aisladas.
Cuando los homosexuales empezaron a salir en los Talk Shows, ¿no cree que fueron más aceptados luego?
Creo que los Talk Shows son una especie de circo romano, dispuesto para que se burlen de los personajes que ahí aparecen. Son programas bastante denigrantes que no dan una imagen veraz, y hacen que se imposibilite un tratamiento científico de los casos o temas que ahí alegremente se tratan.
¿Usted se siente proscrita?
No. Por su puesto que no. Estoy orgullosa de lo soy, de lo que hago, de lo que siento, y de lo que me apasiono. Aún así la sociedad proscriba algunas de mis acciones.
En la época romana, la sexualidad era más libre.
Si, es cierto, pero no era una identidad genérica. Los hombres tenían libertad para experimentar, pero sólo casualmente. Pero eso no era una identidad genérica, una identidad con la que uno vive.
¿Qué les dirías a las personas que dicen que sólo hay dos sexos, y no uno tercero?
No hay un tercer sexo. Pero existe una gama de posibilidades de identidad sexual. Hay intersexos como los hermafroditas, que son un número considerable, que la ciencia tradicional trata de ocultar. No necesariamente el género coincide con el sexo biológico. El género es un asunto cultural y el sexo es un asunto biológico. Uno nace con un sexo, pero no con un género determinado. En un ámbito de democracia uno puede construir el género que quiera construir. Es decir, la sociedad nos ha obligado a asumir un género determinado por haber nacido con un sexo determinado.
¿Se debe decir opción genérica y no sexual?
Opción sexo-genérica... Los heterosexuales nunca se han cuestionado si en realidad ellos querían ser heterosexuales, o si así devinieron porque la sociedad los obligó a optar por esa opción. Las posibilidades del género son muy amplias y uno puede transitar de un género a otro, e incluso tener un género móvil.

Enero, 2003.

miércoles, 23 de julio de 2014

En su día internacional


La tragicomedia del Teatro

Como todas las nobles artes del mundo a las que la industria no les proporciona apoyo, la subsistencia y continuidad del teatro depende de sí mismo, de sus propios nervios. El teatro como arte sublime asegura su fortaleza en el ánimo férreo de unos cuantos, empecinados en darle vida continua por el resto del tiempo.


Es el género literario exclamativo por excelencia. Arte grupal, donde participan varias personas aportando diferentes quehaceres, desde los creadores intelectuales hasta los actores, el director, los coreógrafos; los encargados de plasmar en la realidad las cavilaciones o abstracciones del autor.
El teatro, como género literario (que para algunos ya se desligó de la literatura) no es simplemente un suceso programado con antelación para provocar entretenimiento, la distracción inmoderada del público expectante. El verdadero teatro busca la reflexión, es una profunda llamada de atención a la conciencia, en muchos casos dirigido a crearla desde sus raíces.
En la mayoría de países el teatro lentamente agoniza, pues como el gran público no gusta exigirse en pensamientos y honduras mentales, no hay cómo hacer para conquistar los favores económicos necesarios para subsistir. La taquilla personifica la más severa y afilada guillotina. Suele llamarse teatro no comercial a las obras que pretenden explotar arte, antes de las que buscan ser negocios rentables so pretexto del entretenimiento.
Mas su valor particular va más allá de todas las consideraciones de segundo orden. En contraposición de los medios de comunicación masiva, que latentemente plantean el letargo de los espectadores, el teatro de factura compite con los monstruos del entretenimiento. Lamentablemente pierde la batalla. El drama que vive este arte hace que en cuidados intensivos descanse su propio futuro... sin embargo es seguro que eternamente estará ahí, resistiendo gracias a la labor de pocos altruistas que aún creen en la cultura de la gente.
Aparte de cualquier sentimiento pernicioso, en el día internacional del teatro, la celebración debe ser completa, pausada y reflexiva.


LA COMEDIA

Aunque no la más antigua (ni la primera al momento de las enumeraciones) la comedia es un importante segmento del género dramático, la más utilizada por antonomasia. Nadie es ajeno a ella, todos la han vivido, gozado y padecido de continuo. Para vivirla es necesario solamente un escenario de proscenio, para separar notoriamente al público de la ficción. En muchas comedias el director entra en escena, para fomentar de antemano el mensaje de improvisación. Para comprender a cabalidad la comedia podemos imaginar al director en las vestimentas de juez letrado del Estado, en pleno proceso penal con un, supongamos, ex perseguido político, o, mejor, ex agente de inteligencia nacional, pérfido y maligno, que hechizó con potentes y malsanos artilugios (la mayoría de estos ilegales) a las inocentes tropas de aparato gubernamental y nacional.
Como vemos la comedia se caracteriza por utilizar personajes vulgares, extremadamente cotidianos. Las coreografías son utilizadas de preferencia, pero no son imprescindibles. Los casos para llevar la comedia a cabo pueden multiplicarse infinidad de veces, consiguiendo fácilmente bufones (mejor si son féminas) para las escenas de celos y amor desengañado, que siempre causarán los efectos deseados en la audiencia. Y las comedias de este tipo no se gastan rápido, es factible repetirlas día y noche con ligeras innovaciones (ora un insulto, ora un desmayo del personaje principal), innovaciones con las que se seguirá estimulando al público. No tiene pierde.


EL ABSURDO

El teatro del absurdo empezó en el siglo XX, como despliegue de vanguardia. En él no predomina la asfixiante razón. Los sucesos obedecen a nobles, alturados y profundos pensamientos que a veces ni los propios personajes entienden. Veamos por ejemplo a un desventurado presidente de un país tercermundista, demandando airadamente ciertos puntos impostergables a una poderosa sociedad extranjera. Él sabe, al mismo tiempo de su protesta, que en la vida va a lograr la cristalización de siquiera alguna de sus exigencias, pero igual las dirige.
En jerga teatral para esta clase de obras se requiere un escenario de corbata, donde el público rodea por varias partes el desarrollo de las actuaciones. En el teatro del absurdo las cosas no escoltan a la lógica. Podemos remitirnos al ejemplo anterior para verificar lo expuesto. El personaje principal descarga sus diatribas para que sectores desorientados crean que los está defendiendo, cuando sus intereses íntimos son, si es que los tiene y los entiende, alimentar su popularidad o al menos no desvencijarla del todo.


LA TRAGEDIA

Fue el primer género utilizado por los griegos. Los personajes son grandes atormentados, seres enhiestos, tiesos y derechos que no se encuentran todos los días así por así. Generalmente son míticos, semidioses bajados del cielo: leyendas andantes. Sus atribulaciones atacan hondos problemas de la existencia. Pocos son los capaces de resolver conflictos de tales envergaduras. Por ejemplo el emperador bondadoso y justo que dirige una batalla contra infames y peligrosos fanáticos. Fiel a su labor mesiánica el mundo será salvado finalmente gracias a su inigualable desempeño. Esta es la tragedia en su mayor grado.
Pero como en toda obra, antes del desenlace hay antecedentes, motivos y aspiraciones, al vengador del futuro no le faltará fraguar ciertos datos, esquivar algunas leyes —para enriquecer la obra, el héroe adquiere matices— y en vez de combatir al peligro del terror, se enfrenta a un antiguo conocido familiar (venganza hamletiana). Y como guerrero, su recompensa posiblemente sea consumada: millones de galones de un codiciado oro negro...
El mundo es, en general, un teatro de innumerables representaciones.
Telón.

Marzo, 2003.